Descripción
Cuando la Ribera del Duero mira a Galicia
El Secreto del Condado de Tea
Aunque Bodegas Tamaral es famosa por sus tintos en la Ribera del Duero, su incursión en Rías Baixas con La Carmina es digna de experto. Este vino no viene de la costa salina (Salnés), sino del interior, de la subzona del Condado de Tea (Arbo). ¿Qué aprende el aficionado con esto? Que en el Condado de Tea hace un poco más de calor y menos humedad que en la costa. Esto provoca que la uva Albariño madure más, generando vinos con menos acidez cortante y más notas tropicales (piña, mango) y cuerpo. Es el Albariño perfecto para quienes buscan volumen en boca sin renunciar a la frescura.
Ciencia Enológica: La Criomaceración
La elaboración de este 2024 es pura técnica al servicio del aroma. La ficha técnica menciona una “maceración prefermentativa en frío” por debajo de 8ºC. Explicado sencillo: Antes de que el mosto se convierta en vino, se deja reposar con sus pieles muy frío (como si fuera una infusión helada). Esto sirve para extraer los precursores aromáticos (los olores a fruta y flores) que están en la piel, sin extraer el color amargo. Por eso, al oler la copa, encuentras esa explosión de fruta de la pasión y hierbabuena tan nítida.
Suelo de Granito y Bajos Rendimientos
Un dato clave de calidad es su rendimiento: 3.500 Kg/Ha. Para que te hagas una idea, en Rías Baixas se permite producir hasta 12.000 Kg. Al limitar tanto la producción, la planta concentra todo el sabor del suelo (granítico y mineral) en muy pocos racimos. Es calidad por concentración.
Recomendaciones de Servicio y Maridaje
Es un vino joven y vibrante, pero con suficiente estructura para aguantar toda una comida.
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Temperatura: Sírvelo frío, pero no helado, entre 8ºC y 10ºC. Si está muy frío (tipo nevera a 4º), te perderás los matices tropicales.
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¿Decantar? No es necesario decantar, pero sí recomendamos abrir la botella unos minutos antes. Al ser un vino de fermentación fría (reductiva), un poco de aire en la copa ayuda a que se exprese la fruta.
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Maridaje Moderno: Su perfil cítrico y tropical lo convierte en el mejor amigo de la cocina asiática. La acidez limpia la grasa de un tataki de atún o unas gyozas, y acompaña de maravilla las tempuras. Por supuesto, un arroz caldoso de marisco es su maridaje clásico infalible.

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